
La pretemporada 21/22 ya es una realidad. El Levante UD ha echado a rodar en la Ciudad Deportiva y lo ha hecho con todos los jugadores a disposición del míster Paco López. Con las ausencias ya sabidas de Duarte y Enis Bardhi, los granotas han iniciado el trabajo de manera puntual y con el protagonismo de las tres caras nuevas,...
El Espanyol, un rival feroz para el Levante en el formato de Copa
Es una constante si se trata de desentrañar los misterios de las eliminatorias que han reunido a la institución de Orriols y al club perico en territorio copero. El Espanyol se convierte en un rival feroz para las huestes granotas. Y la historia atestigua esta afirmación. Enero de 2001 se estrenó sobre la pradera del Ciutat de València. No es una afirmación gratuita. Los tiempos parecen haber cambiado y de manera radical. En plenas fiestas de Navidad, dos de enero, las dos representaciones quedaron vinculadas sobre el verde. El Espanyol, como rival adscrito a la Primera División, rendía honores al feudo azulgrana. Era una condición cuando se retaban dos clubes distanciados desde un prisma competitivo. Y el Levante de Granero se buscaba la vida en el universo de la categoría de Plata, pero, a priori, no había subordinados y si insurrectos. Aquel partido adquirió notoriedad. La vida en noventa minutos. Todo lo que aconteciera en la eliminatoria tendría como marco el Ciutat. No había partido de vuelta. El Levante presentó batalla y apostó por la sorpresa, pero Solvevilla y Serrano zanjaron cualquier conato de rebelión.
Nada cambió en la década de los años cuarenta. El Espanyol era un equipo distinguido. Y su paso por la Copa del Generalísimo no fue testimonial en el curso 1939-1940. De hecho, se ciñó la corona de laurel tras derrocar al Real Madrid en la Final disputada en el Campo de Vallecas. Antes, en la primera ronda, cercenó las ilusiones del UDLG (Unión Deportiva Levante-Gimnástico). No hubo dudas. La superioridad blanquiazul se materializó en el partido de ida (6-2) y en el encuentro de vuelta en Vallejo (0-4). No obstante, el fútbol suele deparar vendettas. Y no tardó en materializarse. Fue en la temporada 1940-1941. Un Levante en fase creciente desde el capítulo final de la Liga en Segunda División se alió con la victoria. El ciclo de triunfos parecía inacabable. Sabadell, Osasuna, Zaragoza y Granada sintieron la presión del yugo del bloque recién nacido de la fusión del Levante F.C. y del Gimnástico. El UDLG y el Espanyol se encontraron en la antesala de las semifinales. Las dos escuadras alcanzaron la cita reforzados anímicamente y espiritualmente.
Nadie fue capaz de someter a su oponente en condición de local. Los duelos de Sarrià y Vallejo se saldaron con dos igualadas. En un balompié con tendencia a marcadores desmesurados sorprendió que las retaguardias se opusieran a las vanguardias. En el partido que abrió la eliminatoria la fatalidad se apoderó de Soro. El cancerbero se retiró de la portería lesionado. Dolz dio dos pasos atrás para alzar una tapia sobre la meta foránea. Su actuación no pasó desapercibida para Martorell, todo un coloso en la portería españolista. Fue necesario un partido de desempate para solucionar el serial. El Espanyol arrasó (3-0) para alcanzar las semifinales y plantarse de nuevo en la Final, si bien cayó ante el Valencia. No obstante, es posible rastrear una tendencia antitética en el cosmos de la Copa de La República. En la liguilla que enfrentó al Valencia, Levante, Espanyol y Girona, la superioridad levantina fue incuestionable. La naturaleza de ‘leader’ de la escuadra marina quedó reforzada tras la demostración de fuerza y superioridad mostrada en el duelo de Vallejo (4-1). En la última jornada en el extinto Sarrià, con el Levante ya clasificado para la final, el triunfo perdió su valor (2-1).