
Abrazado al influjo del Ciutat durante el final de curso pasado
La última aparición de la escuadra azulgrana por el universo de Orriols fue realmente sideral. Quizás los recuerdos no hayan menguado. La cita, el pedigrí del adversario y todo lo acontecido durante noventa minutos mágicos permanece en la mente de los seguidores granotas. Es el tipo de partidos que conquistan la eternidad para formar parte del relato centenario del club. Aquella tarde de mayo el F.C. Barcelona, ya con la corona de campeón sobre su sien, vio cómo esa especie de invulnerabilidad que le rodeaba, y que singularizaba su paso por el campeonato, se difuminó hasta desvanecerse. La competición liguera entonaba su despedida y el grupo de Paco López fustigó las redes defendidas por Ter Stegen. Lo hizo con profusión y con contundencia, aunque la reacción de orgullo del equipo culé propició un desenlace marcado por la emoción y la tensión (5-4). Fue el 13 de mayo.
Han pasado algo más de tres meses desde aquella portentosa actuación sobre el verde y el Levante de Paco López regresó al epicentro del Ciutat de València. El duelo, en condición de casero, está pautado para la tarde del próximo lunes desde las 20:15. La segunda jornada del ejercicio de Liga propicia un choque ante el Real Club Celta de Vigo. La escuadra granota aterriza en su hábitat después de exhibirse ante el Real Betis en el feudo del Benito Villamarín (0-3). Quizás la primera consigna sea desterrar cualquier atisbo de soberbia. El orgullo de la victoria debe conjugar con la humildad y no con la altanería. La siguiente premisa incluye el ascendente que emana del Ciutat. Durante las postreras semanas del curso pasado los muros del coliseo azulgrana fueron infranqueables para sus adversarios.
La fortaleza, en calidad de local, del colectivo levantinista se convirtió en un elemento crucial en una despiadada lucha por la supervivencia en el marco de la elite finalmente conseguida inclusive con varias jornadas sobre el final del trayecto. No parece una quimera resaltar el embrujo del Ciutat, ni su relevancia en la secuencia descrita. Quizás haya que echar una mirada hacia un pasado muy cercano para proyectar un futuro que ya puede preludiarse. La inercia del Ciutat puede ser decisiva en la resolución de los desafíos planteados en el desarrollo de la temporada 2018-2019. Es posible rastrear una fecha de efectos purificadores. El 16 de marzo de 2018 el Eibar examinaba de raíz la reacción del bloque de Paco López después de converger con el triunfo ante el Getafe en el Coliseo Alfonso Pérez.
El gol de Coke avivó el alma de un colectivo en estado de melancolía. El rendimiento como propietario del Ciutat cotizaba a la baja. La última victoria se difuminaba por el horizonte. Fue ante la Real Sociedad con el calendario anclado todavía al mes de septiembre. Roger agujereó la defensa eibarresa. Boateng fue providencial para aminorar de trascendencia la diana de Charles. Todo fue muy veloz. El atacante africano sorprendió a Dmitrovic cuando el Eibar todavía festejaba la igualada. Fue una premonición. El Levante de Paco López conquistó un pleno de victorias en el Ciutat. Eibar, Las Palmas, Málaga, Sevilla y Barcelona doblaron la rodilla en señal de sometimiento. Quince de quince. No hubo debate. El Ciutat respaldó a un bloque que hizo del atrevimiento y de la osadía una forma de expresión. La idea es que esa inercia del pasado se mantenga en el presente.