
Aferrados al espíritu aguerrido de Kone
Quizás la imagen perdure en el imaginario de los seguidores adscritos a la causa azulgrana. Kone golpeaba con su mano derecha su pecho como si tratara de encontrar la luz y la paz espiritual que en un tiempo no muy alejado el fútbol pareció negarle. Arouna reclamaba la autoría de todo lo que acababa de acontecer en la portería que recae sobre el barrio de Orriols. A su lado yacía inerte Pepe tendido sobre el césped del coliseo azulgrana. La mirada perdida del central madridista contrastaba con el rictus del atacante marfileño. Había contención en su expresión, pero sus ojos refulgían buscando la complicidad de la grada y del resto de sus compañeros de aventuras. Pepe y Kone encarnaban en ese instante de la confrontación el yin y el yang desde un prisma emocional. Los espejos refractarios que caracterizan al gol. Quizás esa especie de triunvirato quedara completado con la figura de Casillas. El arquero parecía preso de la melancolía. Sus brazos gigantes no fueron capaces de dar respuesta al remate, un tanto heterodoxo, del ariete costamarfileño. En cierto modo, el relato condensa la agitación y la inquietud que generó la diana del futbolista africano que registró la primera victoria azulgrana ante el Real Madrid en compromiso vinculado al universo de LaLiga Santander, si bien habría que incluir en la secuencia descrita la desbocada carrera por el costado que colinda con la Tribuna del Ciutat de Javi Venta para completar la maniobra. El lateral atacó con la furia de un corsario el perfil derecho del verde. Quizás nada mejor que apelar al espíritu del legendario delantero blaugrana para asaltar los muros del Santiago Bernabéu el próximo sábado desde las 13:00 horas.
Es evidente que hay un cambio sustancial en el escenario propuesto en función de las historias presentadas. Del corazón de Orriols a la capital de España. La variación resulta significativa. El Levante anclará sus botas a un territorio de raíz hostil, según el veredicto que emana de la historia compartida por los clubes, pero hay ciertos aspectos que parecen confluir. La escuadra azulgrana y el bloque que ejercita Zidane se verán las caras en la tercera jornada de la competición liguera. En el curso 2011-2012 el partido estaba unido a la cuarta semana del campeonato de la regularidad, pero de facto fue la tercera fecha del ejercicio, toda vez que el estreno liguero ante el Real Zaragoza, en el feudo granota, quedó suspendido por la huelga propuesta por la AFE. Fue un domingo 18 de septiembre a las 20:00 horas. El bloque que preparaba Juan Ignacio Martínez alcanzó la cita frente al Real Madrid con la condición de invicto.
Atrás quedaban las igualadas como foráneo ante el Getafe y el Real Club Racing de Santander. El colectivo levantinista comenzaba a cincelar sobre el verde la imagen de un bloque aguerrido y extremadamente combativo. Aquel grupo nunca se dejó intimidar por el contexto. Ni por el marco, la atmósfera o el pedigrí de su adversario. Se comportaba en el pasto como un ejército ducho y experimentado integrado por jugadores que habían resucitado con la casaca azulgrana cubriendo su pecho. Era un grupo de alma irreductible. Y ese componente les confería un grado superlativo de fiereza porque estaban dispuestos a defender el escudo blaugrana ofreciendo su propia vida. En el Coliseo Alfonso Pérez Muñoz y en el mítico Sardinero dejaron muestras incontestables de esta tendencia, pero ante el Real Madrid ratificaron estos caracteres con una legendaria victoria. El triunfo anunció el inicio de un ciclo ganador que guio a la entidad hasta el liderato de la clasificación.
Nadie estaba dispuesto a claudicar sin alistarse en la batalla y presentar sus credenciales. La afirmación entronca con el temperamento que acompasa los movimientos del Levante del presente. Dos jornadas han permitido calibrar las cualidades de una escudería que hace de la rebeldía una manera de entender la disciplina del balompié. Hay voluntad, temperamento y garra en las botas de los jugadores azulgranas. Quizás el paradigma de esta obstinación inquebrantable sea la remontada conquistada ante el Deportivo de La Coruña en Orriols. Uno días antes desnortó al Villarreal conjugando con la llama que prende el fútbol. El Levante hace memoria respecto al pasado para alcanzar la confrontación en el Santiago Bernabéu invicto. Suma cuatro puntos y llega robustecido y en paz consigo mismo después de derrochar energía e ilusión en los primeros ciento ochenta minutos de LaLiga Santander. El bloque pierde a Morales, pero apela al espíritu indómito de Kone y de aquel Levante de voluntad indoblegable para hacer el más difícil todavía.