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Primer equipo

​Cheick Doukouré; un box to box para la medular azulgrana

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Puede ejercer de seis en el sentido estricto, pero bajo esa coraza protectora que se le presupone, en función del espacio geográfico que resguarda en el interior del terreno de juego, se esconde un perfil de jugador que puede ofrecer muchas más soluciones tácticas y técnicas en virtud de las respuestas que puede ofrecer cuando se ancla al verde para competir. En ese sentido, se trata de un futbolista con mucho más recorrido y versatilidad siempre fijando la atención en la zona media del verde. Entre sus credenciales acredita potencia en el cuerpo a cuerpo, calidad para afrontar el desplazamiento en largo, y para marcar la hoja de ruta en ataque, y un buen golpeo que le permite enfrentarse a la portería contraria desde posicionamientos alejados; es decir desde la media y larga distancia. Y acentúan los analistas que es muy dinámico y activo en la recuperación cuando se trata de reconquistar la esencia del juego a través del balón. Quizás haya que recurrir al término ‘Box to Box’, una voz que se estandarizó para popularizarse en el ecosistema del balompié inglés, para desarrollar sus caracteres identificativos.

La expresión escogida hace referencia a un prototipo de futbolista con capacidad para dominar la práctica totalidad del universo vinculado a la zona de la medular. En el punto en el que se cuecen los partidos, su ascendente resulta cuantificable. Lo ha demostrado en los últimos tiempos en las filas del Metz y también en la Selección de Costa de Marfil. Desde ese prisma, se enfatiza su disposición y espíritu para colaborar en tareas defensivas y añadir argumentos en la configuración del ataque. Y entre medias de esas dos acciones adquiere galones en la transición. En ese sentido, abandona su zona de confort escudriñando horizontes por descubrir. Tiene calidad e imaginación para enhebrar la salida del cuero y rigor táctico para generar equilibrio y armonía desde una perspectiva colectiva. La unión de esas variables presentadas realza su influjo en la sala de calderas del juego. Quizás no se exprese el interior del área contraria con la virulencia que caracteriza a Bardhi, por establecer una comparativa ilustrativa de sus condiciones, pero suele asomarse por el balcón de la retaguardia con cierta asiduidad, durante la evolución de la batalla, para cazar un rechace o para reorientar un balón que parecía perderse. En las filas del Metz inclusive ha dejado rastro desde la estrategia y en los lanzamientos de falta.

Lo cierto es que el futbolista afronta una nueva aventura desde un prisma balompédico con la entente que en la jornada de hoy ha alcanzado con la sociedad azulgrana que le une al imaginario del levantinismo durante las próximas cuatro temporadas. El cambio parece de dimensiones considerables. No hay dudas de las intenciones de un jugador que siente que está ante una oportunidad de relevancia para seguir creciendo desde un punto de vista personal, pero también grupal a la orilla de LaLiga Santander. Internacional por Costa de Marfil, y con la Copa de África de 2015 entre sus pertenencias, cruza los Pirineos con convicción y con determinación después de una experiencia prolongada en la Ligue 1 francesa. De hecho, debutó en ese umbral con apenas 17 años defendiendo la elástica del Lorient. En el club de la Bretaña fue quemando etapas hasta adquirir la condición de profesional. En el verano de 2014 buscó acomodo y una nueva proyección en el Metz. La pasada temporada, como capitán de la escuadra morada granate, disputó 29 partidos. Su reto más inmediato es echar raíces y dejar su rastro en la entidad de Orriols. Sus propiedades parecen conjugar con la fórmula táctica que distingue a Muñiz.