
El partido ante el Leganés estaba subrayado en rojo en la agenda granota. El encuentro destilaba un aroma que le hacía adquirir consistencia y relevancia. Los condicionantes se amontonaban para realzar y dar notoriedad a la cita. Si algo cotizaba al alza era la posibilidad de conjugar con la victoria. 2017 amenaza con extinguirse de manera definitiva. El año siempre será recordado por la totalidad de los estamentos que conforman el levantinismo porque confirmó la capacidad de regeneración de un colectivo que aceleró para regresar a la máxima categoría. Y en ese ecosistema se bate con fruición el bloque que lidera Muñiz. Sucede que los encuentros están barnizados por la dificultad. El choque ante el Leganés fue una prueba inequívoca de la tremenda complejidad que encierra cada enfrentamiento en el marco de la Primera División. No hay adversarios sin calado en este universo por más que, como aconteció con la escuadra del Sur de Madrid, el bloque que lidera Asier Garitano desde el banquillo aterrizara en el barrio de Orriols castigado por las ausencias de futbolistas con la vitola de trascendentes y determinantes. El Leganés ratificó en el coliseo azulgrana que es un bloque con recursos y que no se achanta ante la adversidad. Su capacidad de supervivencia es absoluta y resistió sobre el verde en inferioridad tras la expulsión de Amrabat a falta de veinte minutos para la finalización del encuentro. El grupo se arropó para proteger la integridad de Cuéllar.
La victoria se resiste en Orriols. Es una realidad incuestionable que certifica la estadística. El Levante rubricó su noveno empate desde que el ejercicio alumbrara en la recta final del pasado mes de agosto. Y el eje de la cronología se sitúa sobre la jornada decimoséptima. El triunfo resulta esquivo desde las jornadas postreras de septiembre cuando las huestes levantinistas asaltaron a la Real Sociedad despojándola de sus virtudes. Y el tiempo pasa inexorablemente. Quizás invadido por la inyección de adrenalina que supuso la igualada saldada ante el Sevilla en el Ramón Sánchez Pizjuán el viernes anterior, la puesta en acción del combinado granota parecía convincente. El balón corría por la superficie del verde con intención y con velocidad. Lerma, Campaña y Lukic conformaban un triángulo mortal en la zona de medios. Nada parecía quedar al azar en los movimientos ejecutados por la escudería blaugrana.
Morales y Jasson priorizaban, desde cada uno de los costados, la atención de los defensores del equipo madrileño. Quizás el reto más a corto plazo pasaba por atemorizar a su oponente con el objetivo de lanzar un ataque letal sobre su sistema nervioso. Nada mejor que circundar la portería rival y generar incertidumbre para amedrentar la conciencia de su adversario. Sucede que el Leganés parece inmunizado a los percances y a las penalidades. Lo demostró en el ejercicio que supuso su bautismo en la elite. Sabe manejarse en contextos de crisis. La grada reclamó una falta sobre el borde del área sobre Unal en una aproximación del atacante turco. Y Campaña cabeceó un centro de Jason. No obstante, al mediocentro le faltó ajustar el cuero en su vuelo. No tardó el Leganés en equilibrar el duelo. Las botas de Rubén Pérez desprendían energía. Las fuerzas se invirtieron.
Amrabat se materializó en el interior del área defendida por Oier. La noticia era preocupante. El arquero vasco apareció para desactivar un disparo letal de Gumbau. En el extremo contrario del verde un agarrón sobre Unal elevó la temperatura del Ciutat. El defensor hizo prisionero al ariete ante la mirada indiferente del colegiado y su asistente. El duelo aumentó de voltaje en la reanudación. Quizás los partidos van cargados de simbolismo y cada punto presenta un valor enorme por su envergadura. El choque cambió tras la expulsión de Amrabat. Muñiz excitó el encuentro con la aparición de Bardhi y de Ivi. Minutos más tarde Nano sumaba más argumentos incrustándose en el eje del ataque. El técnico local daba indicios de un pensamiento que acentuaba la ofensiva. El Levante cercó la meta de Cuéllar en los minutos finales, pero ese arrebato no se tradujo en el gol del ansiado triunfo.
Levante UD: Oier; Pedro López (Ivi, 73'), Cabaco, Postigo, Luna; Lerma, Lukic (Bardhi, 56'), Campaña (Nano Mesa, 75'); Jason, Morales y Ünal.
CD Leganés: Cuéllar; Zaldua, Mauro, Ezequiel Muñoz, Diego Rico; Rubén Pérez, Gumbau; El Zhar (Raúl, 81'), Amrabat, Eraso; y Beauvue (Guerrero, 85').
Árbitro: Jaime Latre (Colegio Aragonés). Amonestó, por parte del Levante UD, a Lerma (35'), Campaña (51'), Bardhi (76'), Morales (92') y Cabaco (94') y, del Leganés, a Mauro Dos Santos (23'), Gumbau (60'), Amrabat (63') y Beauvue (69'). Expulsó a Amrabat por doble amonestación en el 67'. Ya en el banquillo, le mostró la segunda amarilla a Campaña (91').
Goles: