
Cuarenta años sin dar un zarpazo en el feudo de Zorrilla
Hay que situar el eje de la cronología en el domingo catorce de noviembre de 1976 para rastrear la última victoria azulgrana en Valladolid. Los dos rivales convergían sobre el verde del antiguo Estadio de Zorrilla, coincidiendo con la disputa de la jornada decimoprimera de la Liga en Segunda División del ejercicio 1976-1977. El enfrentamiento reunía a dos equipos que trataban de sobrevivir en la frontera de los bajos fondos de la clasificación. El partido nació encriptado para las huestes azulgranas. El Real Valladolid parecía un equipo indetectable, difícil de vigilar lanzado desde la medular por Landaburu y con la presencia continuada de Moré agigantando su figura por toda la geografía del terreno de juego. A los cinco minutos Moré recorrió la banda izquierda y su centro lo remató de cabeza Palacios al fondo de las mallas defendidas por Barrie.
Los protagonistas volvieron a citarse prácticamente sin más demora. Moré pisó el área granota y el arquero salió en su defensa en un intento desesperado por mantener indemne la integridad de su portería. El colegiado apuntó hacia los once metros. Y Avelino anotó la segunda diana que parecía allanar el camino de la victoria. No obstante, la reacción del Levante resultó furibunda. Alfonseda aprovechó un rechace de Llácer para incluir a la escuadra levantinista en el relato de la confrontación cuando el primer acto no había finalizado, pero la rebeldía del equipo blaugrana se manifestó en grado superlativo en el capítulo definitivo de la confrontación. En esa secuencia la escuadra granota arriesgó en una aventura que le llevó a cambiar el paisaje de un partido que guardaba escasas similitudes con el duelo anteriormente establecido. Las tornas habían virado.
El Real Valladolid se difuminó hasta desvanecerse mientras que el Levante adquiría peso y preponderancia. Su poder sobre el verde era absoluto; innegociable y los goles sancionaron esa nueva realidad hasta desfigurar el sentido del encuentro según su versión anterior. Álvarez logró la igualada con un potente disparo que superó la estirada de Llácer. El extremo galvanizó un contragolpe que concluyó con un centro al corazón del área castellana que transformó en gol ‘Pastelito’ Díaz. El Levante alcanzó los diez puntos en la tabla y se dejó por el camino los dos negativos que arrastraba en su casillero particular.
El presente apenas conjuga con el pasado. El Levante aterrizará el próximo sábado en el coliseo de Zorrilla ungido con la condición de líder indiscutible de la categoría de Plata. Sus prestaciones son inmaculadas como acentúan los sesenta y dos puntos que alumbran su expediente liguero. El duelo significará el regreso de Roger al ecosistema azulgrana. Atrás queda la sanción que le impidió participar en el duelo ante el Elche. El killer retorna a un escenario que conoce en profundidad tras dos etapas diferenciadas con la elástica vallisoletana pegada a su piel. En ese sentido, hay un componente anímico y emocional en el choque desde un prisma personalizado. La amenaza del Pistolero no resulta inocua. Se trata de una realidad incuestionable. El atacante ha desenfundado su revólver en diecisiete ocasiones. El encuentro adquiere sentido y notoriedad para el Real Valladolid. Urge reconciliarse con la victoria, máxime tras el golpe de Huesca, con la finalidad de no perder de vista el play-off de ascenso.