
El feudo de Zorrilla, un escenario que ilumina el rostro de Casadesús
Fue un balón apetitoso que aunó delicadeza con picante; una oda al gol que surgió desde las botas devastadoras y repletas de recursos de Andreas Ivanschitz. El cuero atravesó el cielo de Zorrilla, desde el costado izquierdo del ataque azulgrana, dibujando una diagonal diabólica. La sensación de inquietud generada, desde el impacto del jugador internacional por Austria, cobró sentido cuando surgió Víctor Casadesús con la fuerza devastadora de una manada de búfalos para transformar aquella especia de presente que reclamaba su atención. El atacante balear izó la mano hacia el firmamento, como si tratara de reverenciar a los dioses, después de estrenar su currículum anotador con la camiseta azulgrana, mientras buscaba la complicidad del resto de sus compañeros sobre el verde de la instalación castellana. Su conversión en miembro de la escuadra levantinista quedaba todavía muy cercana en el tiempo tras el compromiso alcanzado con el club del Ciutat de València después de revocar una profunda relación con el Mallorca que le unía desde tiempos inmemoriales.
Fue la noche del veintiuno de febrero de 2014 y los destinos del Levante y Valladolid no han vuelto a cruzarse hasta el ejercicio actual. Javi Guerra rescató a la entidad de Pucela en el arranque de la segunda fase del choque, pero el punto anclaba al Levante a la zona media de la tabla después de superar la frontera de los treinta puntos. El perfil de aquella diana, conseguida ante la portería defendida por Mariño, permitió descubrir parte de las distinciones que caracterizan el expediente del delantero de origen mallorquín. Casadesús posee una capacidad innata para adquirir una condición que le confiere invisibilidad a los ojos de sus adversarios cuando se adentra en el área rival para, de repente, materializarse en el instante más oportuno y decisivo. En ese sentido, transgrede las leyes que emanan de la física para partir desde lo etéreo y evanescente con el fin de adquirir corporeidad y materia.
Lo cierto es que el Levante regresa al escenario en el que Casadesús asentó en su memoria su primer gol defendiendo la elástica granota. El retorno está fijado para el próximo sábado 11 de marzo desde las 18:00 horas en encuentro adscrito a la jornada vigesimonovena del calendario liguero en el marco de la categoría de Plata. El atacante arriba a la cita ante el Real Valladolid después de agitar con virulencia el duelo ante el Elche en el feudo blaugrana emergiendo desde las profundidades del banquillo. Su presencia no resultó testimonial en la búsqueda de las claves explicativas de la victoria decimonovena del curso. El futbolista asume una cuota de protagonista que no se puede enmascarar en las últimas semanas proyectándose con la confrontación ya en recorrido. Desde ese prisma, habría que resaltar su extremada y potencial capacidad para mudar tendencias y dinámicas adversas.
Demostró esta facultad en el enfrentamiento ante el Córdoba y lo refrendó en el choque ante el Elche del pasado domingo con la suma de una diana y la asunción de la pena máxima que transformó Juan Muñoz en losminutos finales. Antes había paralizado el sistema nervioso del Tenerife de su amigo Pep Martí en el coliseo levantinista para cercenar las dudas tras varias semanas sin conjugar con el triunfo. Casadesús no se comporta como un volcán en continuada erupción sobre la faz del campo. No es exacerbado con el cuero en sus pies y su cadencia es acompasada, pero mitiga esos componentes con una exquisita visión periférica del juego como demostró en la configuración de la acción que supuso el gol de Jason ante la entidad cordobesa. Con Muñiz suele perfilarse por detrás del atacante. En ese espacio del verde extrae lo mejor de su ingenio e imaginación para desconcertar a su oponente y describir una paradoja puesto que ese alejamiento del área en realidad lo que encubre es una llegada feroz arremetiendo desde atrás.