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Primer equipo

​El presente refuerza la condición de viajero del Levante

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La segunda vuelta nace con la disputa del enfrentamiento que cruzará al Villarreal y el Levante en el Estadio La Cerámica. El choque está programado para las 18:30 horas. La escuadra granota se alejará de los márgenes del Ciutat de València para regresar al césped con el fin de iniciar la etapa concluyente en el recorrido de la competición liguera. El partido, en cierto modo, marca una tendencia al menos a corto plazo. El Levante hará la valija y se colgará la mochila de viajero para afrontar la epifanía de la segunda vuelta del campeonato de la regularidad. Durante las jornadas finales de enero y la practica totalidad del mes de febrero recorrerá la distancia que separa los cuatro puntos cardinales de la Península Ibérica para afrontar los distintos desafíos ligueros pautados. La condición de foráneo se acentúa en este espacio comprendido por la cronologia. La confrontación ante el Villarreal, en tierras castellonenses, establece una especie de tendencia que contará con repeticiones.

El guion surge de manera diáfana. De hecho, una semana más tarde la expedición levantinista pondrá rumbo a Galicia. La hoja de ruta subraya el duelo ante el Deportivo de La Coruña en el escenario del coliseo de Riazor. El partido adquiere calado y envergadura ante la significación que presenta para las escuadras que se batirán en duelo sobre el verde en confrontación vinculada a la jornada vigesimoprimera. El regreso al feudo del barrio de Orriols coincide con el envite ante el Real Madrid de Zidane. El calendario parece escarpado ante la presencia, en suelo blaugrana, del actual campeón de la Champions. No obstante, la memoria levantinista se ilumina al recordar los acontecimientos desarrollados en los albores de septiembre en el Bernabéu. El Levante rescató un punto estratosférico por su incalculable valor.

Ese encuentro preludia una nueva variación en el formato que establece el calendario de LaLiga Santander. El Levante volverá a detentar la etiqueta de foráneo de inmediato. El fin de semana del once de febrero asaltará los muros de Mestalla en el derbi de la ciudad del Turia y no mutará su rol para pisar, de forma encadenada en el tiempo, el Estadio de Anoeta para dirimir la confrontación ante la Real Sociedad adscrita a la jornada vigesimocuarta del relato liguero. El ciclo, que prima esa tendencia a hacer kilómetros, se cierra en el País Vasco. Siete días más tarde, con el mes de marzo ya clareando, el partido ante el Real Betis en el Ciutat significa una vuelta al status quo habitual.

Lo cierto es que el Levante de Muñiz no se siente acomplejado, ni tampoco perdido cuando abandona la frontera que delimita el Ciutat para adentrarse en una circunscripción desconocida. Su rentabilidad como forastero parece incuestionable. Los datos manejeados atestiguan esta inercia que convierte a la escudería azulgrana en un visitante incómodo. Hasta la fecha reciente ha dejado su estela en seis de los ocho encuentros materializados lejos de la Comunidad Valenciana. Las coordenadas son evidentes. La victoria ante la U.D. Las Palmas (0-2), en el Estadio Insular, conjuga con las igualadas saldadas en escenarios gigantescos como el Santiago Bernabéu (1-1) o el Ramón Sánchez Pizjuán (0-0). Entre la derrota en el Benito Villamarín y la caída en el Camp Nou se sucedieron más de cien días. Espanyol, Eibar y Málaga confirman esta versión que refuerza la consistencia y la densidad mostrada por la escuadra azulgrana cuando ejerce como invitado.