
Quizás el gol de Casadesús sea una metáfora del estado anímico del Levante de las últimas semanas y de la evolución tortuosa que destilaba un partido que la escuadra azulgrana merecía domesticar, pero que podía resbalarse cuando el cronómetro corría ya de manera amenazante e inexorable hacia su ocaso ante la impaciencia de la grada. La heterodoxia marcó la ejecución de una diana que acentuó la figura de Casadesús, elevado a la condición de héroe de dimensiones colosales, en una tarde repleta de sospechosas que aventuraba emociones fuertes desde su mismo nacimiento. Lo cierto es que los remates sobre la portería del Tenerife se fueron sucediendo ante la mirada aterradora de la masa social granota. El balón cercaba la portería de la entidad insular. En el barullo formado a escasos metros de la línea que separa el éxito del fracaso estaba la resolución del encuentro. Todo el mundo era consciente de esa premisa en ese tramo de la cronología de la cita. La acción adquiría preponderancia. Esa sensación gravitaba sobre el cielo del Ciutat, pero nadie parecía acertar para dar el toque de gracia. Un taconazo elegante de Verza, un cabezazo de Víctor Casadesús, una mano inesperada de Dani para hacer del caos una peligrosa forma de vida… Todo al filo de la navaja con el partido escurriéndose en el día en que conjugar con la victoria era más que una ambición una necesidad perentoria.
a u paso. En realidad, el choque ante el Tenerife medía esas constantes y, principalmente, la capacidad de respuesta de un colectivo que sentía el aliento de sus adversarios sobre su cogote en la clasificación, si bien pondrá en orden su relación con la tabla y la división el próximo miércoles cuando reemprenda la batalla ante el Rayo Vallecano que una furiosa cortina de agua impidió. Posiblemente una de las mejores noticias que deja el choque fue la disposición que mostró el bloque de Muñiz para cercenar las dudas que genera la desazón.
La inquietud parecía adueñarse del duelo cuando se materializó Casadesús para rescatar un triunfo que no es precisamente insípido por su elevado contenido proteico desde un prisma deportivo y sobre todo desde una perspectiva mental. Sobrepasada la frontera con el minuto setenta, el Levante presentaba avales más que suficientes para conjugar con el triunfo. Sus méritos no parecían menores, aunque en diversas fases del duelo estuviera un tanto turbado. El partido amenazaba con morir y el gol se resistía. El Levante no se dejó aprisionar por la confusión. Ni tampoco dobló la rodilla preso del desanimo que genera no aprovechar el excedente de ocasiones generadas sobre el arco defendido por Dani. Rafael fue el paradigma de esta tendencia. Su escorzó para doblar el cuello tras un centro que llegó arrastrado desde las botas de Rubén en el primer acto no tuvo su correspondencia tras chocar el cuero con los guantes recios del arquero visitante. En la reanudación, decidió desafiar a Messi para ir dejando defensores varados sobre el verde, pero resbaló en ese último instante cuando hay que pasar de las palabras a los hechos y no acertó ante Dani sin más obstáculos que el propio guardameta y la malla que simboliza el gol.
Levante UD: Raúl, Toño, Rober Pier, Lerma (Verza, min 35), Rubén García (Jason, min 74), Morales, Postigo, Rafael, Pedro López, Natxo Insa (Casadesús, min 57) y Campaña.
CD Tenerife: Dani, Alberto, Vitolo (Jouini, min 82), Crosas (Aarón, min 63), Suso, Iñaki, Carlos Ruiz, Aitor Saenz, Raúl Cámara (Jorge Saenz, min 75), Cristo y Amath.
Árbitro: Rubén Eiriz Mata. Comité Gallego. Amonestó con cartulina amarilla a Postigo, Alberto y Raúl Cámara.
Goles: Gol; 1-0. M. 77. Casadesús