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Primer equipo

​Espanyol-Levante; una competición para soñar

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La tregua navideña, como sucedía en la antigüedad clásica durante la evolución de los grandes conflictos bélicos en momentos relevantes, contenía su inmediata fecha de caducidad. El parón invernal ha llegado a su fin. En realidad, todo acabó el pasado veintiocho de diciembre cuando tocó diana de nuevo para los futbolistas que conduce Muñiz. El balón comenzará a rodar mañana al filo de las 21:00 horas sobre el verde del RCDE Stadium. En tierras catalanas, y en el formato de la Copa del Rey, en partido adscrito a la ida de la ronda de octavos de Final, las huestes azulgranas estrenarán 2018 desde el interior de la superficie del terreno de juego. “Llevamos varias semanas sin competir y tenemos ganas de empezar. Viene un tramo más corto en cuanto meses que el primero. El partido de mañana es muy importante. Es una ronda interesante. Si la superamos nos vendrá bien porque tendrán minutos durante este mes casi todos los jugadores. Interesa que todos los jugadores estén preparados para este tramo final”. Los desafíos se agolpan en el año que despunta.

Después de reconquistar el universo de la máxima categoría, tras una temporada meteórica, quizás adquiera dimensión el reto de la consolidación en el Olimpo de los Dioses. Por el camino surgen batallas que no hay que despreciar y objetivos que no hay que desterrar de la memoria por más que el grado de complejidad sea supino en virtud de los parámetros que marcan el desarrollo de la competición más añeja de las disputadas en suelo español. La Copa del Rey forma parte de este planteamiento vital. Surge un haz de luminosidad por detrás de las sombras que produce. Y el Levante pretende aprovechar ese resquicio para hacer de su tránsito una titánica aventura que devuelva la mirada hacia la franja intermedia de los complejos años treinta del extinto siglo XX cuando el Levante F.C. dejó su estela hasta alcanzar las semifinales después de apartar del torneo al Valencia y Barcelona de manera sucesiva.

Todo forma parte de un pasado que se aleja del punto actual de la cronología, pero que ejerce fascinación en el universo del levantinismo como sucede con la conquista de la Copa de la España libre el julio de 1937. No obstante, el presente acentúa el signo del duelo que tendrá como escenario el coqueto e imponente campo del Espanyol. En ese espacio miden sus fuerzas dos viejos conocidos del ámbito de la Primera División. De hecho, el partido que ya clarea para tomar forma ya se disputó en el ámbito de la elite. Los dos equipos equilibraron sus fuerzas para firmar una especie de armisticio en virtud del botín que significó el punto repartido. Sin embargo, quizás aquella confrontación no sirva de arquetipo para imaginar y articular el duelo de mañana jueves en la Ciudad Condal. Ni tampoco el relato que cada escuadra ha ido cincelando en el campeonato de la regularidad desde su nacimiento en agosto de 2017.

La Copa del Rey presenta sus propias singularidades. Tiene sus reglas y sus códigos para dotar de una identidad que caracteriza a este concurso. Y sus reglamentos resultan inequívocos. El formato agudiza la capacidad de supervivencia y el instinto de resistencia. De ahí que la sorpresa sea una de sus principales divisas, pese a una configuración que trata de desdeñarla. La presencia de Coque Andujar se convierte en uno de los atractivos del duelo. El defensor se comprometió con la sociedad de Orrios en fechas pasadas y ayer confirmó los lazos que le vinculan hasta el final de la presente temporada a través del acto que significó su presentación oficial. El jugador madrileño forma parte de la relación de jugadores inscritos en la lista de convocados. Muñiz podrá contar para la cita ante el Espanyol con Campaña, Morales y Bardhi. Los tres futbolistas se perderán por sanción el duelo inmediato ante el F.C. Barcelona.