
Ancló las botas Roger al feudo de Pucela y dejó su estela en un escenario familiar. El Pistolero emergió, después de una semana en el purgatorio por mor de la expulsión que sufrió en los minutos últimos de la cita liguera ante el Sevilla Atlético, para conjugar con el gol. Una vez más. Se trata de una alianza en continuada expansión en el desarrollo de un ejercicio de corte excelso desde un prisma personal y también colectivo. En realidad, son dos aspectos que se retroalimentan mutuamente. Los goles del atacante valenciano proyectan a la escuadra que prepara Muñiz en el marco de la categoría de Plata hasta cotas inimaginables tras alcanzar los sesenta y cinco puntos que dimensionan el rastro del club de Orriols por LaLiga 1|2|3. Roger no fue evanescente en el coliseo castellano. El gen del gol está impregnado en su ADN. Con el encuentro todavía en maitines dibujó una diagonal mortífera que contempló Natxo Insa haciendo uso de una excelente visión periférica. El centrocampista acarició el esférico con una suavidad extrema hacia el espacio abierto que trataba de colonizar el ariete. Las botas devastadores de Roger se materializaron para retar a Pau Torres en una pugna que nació desde la desigualdad por los posicionamientos defendidos por dos cuerpos de naturaleza antitética en la batalla del fútbol.
La figura del atacante resulta casi inviolable en esa geografía del verde. La acción concluyó con el colegiado señalizando el punto de penalti. No se dejó intimidar el Pistolero por la escenografía, ni por el severo aumento de decibelios que acompañaron su sutil carrera hasta contactar con el cuero. Su carácter glacial, elevado a su máxima expresión con el fin de abstraerse del entorno, vencer a Pau Torres hacia el costado izquierdo y ajustar el esférico en dirección hacia el palo contrario. El gol es un desafío constante que afronta como tal acentuando un carácter competitivo y ambicioso. Tal y como aconteció ante el Real Zaragoza, Roger no celebró la diana con efusividad en un gesto que trata de honrar la memoria de quienes fueron sus aficionados, pero su mirada es tan despiadada como inmisericorde. Su colmillo es afilado como testifican los dieciocho goles que adornan su expediente anotador en el actual curso de Liga.
Roger abrió un boquete de enormes dimensiones en el feudo de Zorrilla porque horadó la confianza de sus oponentes. En ese sentido, no todas las dianas presentan la misma trascendencia. Y los goles, con su rúbrica particular, suelen alcanzar notoriedad porque permiten establecer una pertinaz frontera entre el pasado y el presente. En ese instante de la confrontación había signos de reprobación en el feudo de Pucela. Sueña el Real Valladolid con recuperar esa pátina de brillo que le permitió descubrir tardes de efervescencia vinculado a la Primera División, pero la categoría de Plata es despiadada. El pedigrí o el abolengo no son aspectos sustantivos para alimentar el éxito. El Valladolid surge como un gigante inerte en un universo devorador. En Zorrilla chocó ante un adversario que le sacó varias cabezas y que le negó el pan y la sal durante los noventa minutos.
Roger aplacó los ánimos centelleantes de los jugadores de Paco Herrera que revolotearon por las inmediaciones de Raúl Fernández en el capítulo inicial del juego. Y su espíritu atribulado se manifestó tras el gol de Postigo en las cercanías del final del capítulo inicial con un disparo envenenado que rompió al arquero local. El ejercicio de autoridad del colectivo azulgrana fue imponente en un campo que rezuma historia y también tradición. Quizás al bloque le faltaba una puesta en acción de semejantes características para reafirmar su notable jerarquía en la categoría después de consumar distintas victorias con marcadores ajustados y con remontadas incluidas. La superioridad levantinista en tierras castellanas fue total. De norte a sur y de este a oeste. Y la exhibición, apabullante. El Levante cuadró el círculo con una actuación portentosa y meritoria.
Todo parecía anunciado en el arranque de la segunda fase de la confrontación. El Real Valladolid nunca logró recomponer su ánimo tras los golpes recibidos en forma de goles. El paso de los minutos no mutó el semblante de un Levante que emerge desde el compromiso. En la guerra fría nadie presenta mejores argumentos para subsitir. Sólido y pétreo como un muro, guareciendo y resguardando el perímetro defensivo de Raúl Fernández de cualquier contingente inesperado, su alma aventurera se materializó con las dianas de Morales y Jason. Verza agrietó la defensa local para contactar con El Comandante. La definición fue deliciosa en una acción acrobática. Roger hizo de asistente con el fin de conectar con Jason. Y el Levante marcha de Zorrilla con sesenta y cinco puntos y rescribiendo la historia de la categoría de Plata.Real Valladolid: Pau Torres, Álex López, Balbi (Ángel, min 45), Villar, Leao (Anuar, min 69) Jordán, Guitián, Michel (Raúl de Tomás, min 58), Markel, Álex Pérez y José.
Levante UD: Raúl, Toño, Róber Pier, Lerma, Roger, Postigo, Casadesús (Espinosa, min 87), Pedro López, Montañés (Morales, min 65), Insa (Verza, min 45) y Jason.
Árbitro: Árbitro; Medié Jiménez. Comité Catalán. Amonestó con cartulina amarilla a Pau Torres, Guitián.
Goles: 0-1.M. 23. Roger de penalti. 0-2. M. 38. Postigo. 0-3. M. 74. Morales. 0-4. 77. Jason