
Granada-Levante; un partido para reafirmar los lazos con la permanencia
El carácter enigmático que en ocasiones acompaña al fútbol ha revitalizado las constantes vitales del levantinismo. La victoria ante el Espanyol en el Ciutat de València del pasado viernes ha generado un fabuloso revuelo que ha contagiado a la totalidad de los estamentos que forman y dotan de identidad a un Levante que sigue empecinado en mantener una dura y aristada batalla por mantenerse anclado a las poderosas estructuras de la Primera División. Quizás el espíritu combativo que impregna al entorno granota en el tiempo más reciente se manifieste en los más de quinientos cincuenta valientes que mañana jueves parecen dispuestos a desafiar por carretera cualquier tipo de condicionante y de contingente para alentar a los suyos en el Estadio de Los Cármenes. La masa social azulgrana bulle y trata de contagiar e impregnar ese ánimo y también esas convicciones sobre la conciencia de un bloque que se siente que las reservas de su autoestima han aumentado, de manera notable, tras la remontada conseguida frente al Espanyol en el feudo de Orriols. El triunfo ha reporta al bloque visibilidad y también certezas. Es una de las noticias relevantes de vencer.
La cita está etiquetada. En tierras granadinas vuelve a asomar una confrontación titánica entre dos adversarios que luchan por la consecución de un mismo objetivo. Ese aspecto realza el contenido y el continente del encuentro. En ese sentido, los roles son parejos. Por el horizonte surge un partido repleto de dramatismo. Nada parece contener el drama presentado en noventa minutos. La imagen que envuelve la confrontación parece devastadora ante el contenido que encierra; dos equipos que tratan de alcanzar la cima que marca el desafío de la permanencia. Y por detrás surge un oscuro y profundo abismo del que pretenden huir. En realidad hubiera bastada con experimentar en una única ocasión estas emociones para conocer con exactitud las impresiones que genera este tipo de duelo. Para el Levante no se trata de una novedad. Su expediente está repleto de choques similares donde hay cabida para la tragedia y la desdicha en función de la resolución.
En cualquier caso, Rubi mutó el sentido de la confrontación. Su discurso trata de desterrar la ansiedad que puede generar y sus nocivos efectos para incentivar la escasa distancia que separa al bloque de la frontera que delimita con la permanencia. El cambio es superlativo porque puede descargar la conciencia del colectivo y mitigar la presión y la inquietud o el desasosiego que concita el envite. “Es un partido que nos tiene que motivar”, advirtió en sala de prensa en Buñol. Su pensamiento es claro. La tensión troca por la ilusión. Después de muchas semanas en el infierno el Levante comenzará la cita en Granada a dos puntos de su oponente que, a su vez, marca el limes con la salvación a falta de conocer los movimientos del Sporting y Getafe.
La traducción también es meridiana; el Levante depende de sí mismo para superar a un rival con el que comparte status en la clasificación. Desde un punto de vista deportivo, no es un partido para transmitir dudas. Desde ese prisma, es un choque para expresarse con valentía y con osadía. El componente anímico y emocional puede ser determinante para saldarlo con éxito. Habrá que ser fuerte de mente y mantener la entereza durante los noventa minutos para combatir a un oponente que también siente tremenda la envergadura que encierra el partido. Es un choque para atrevidos. El botín es lo suficientemente trascendente y de magnitud como para validar el esfuerzo. La plantilla ha ultimado la preparación del enfrentamiento en tierras granadinas esta mañana en el Ciutat de València. No hay grandes variaciones en la lista de los jugadores convocados por Rubi. El grupo partirá a las 18:00 horas en vuelo chárter desde Manises en dirección hacia la capital Nazarí.