
La despedida de Muñiz ante el Levante en un duelo crucial, Eurovisión y Rosa y sus triunfitos
Para Muñiz su futuro como preparador azulgrana comienza echando la vista hacia atrás para rescatar una parte de su pasado como jugador. Al preparador asturiano le espera mañana en tierras sorianas, en el desembarco liguero del Levante en su regreso a la categoría de Plata, un partido especial ante el Numancia. Se trata de una entidad que conoce en primera persona. Estuvo ligado a la escuadra del feudo de Los Pajaritos de Soria entre 1999 y 2002 y sobre el verde del coliseo castellano se despidió del fútbol de alto nivel después de una profunda trayectoria en el balompié profesional. En ese sentido, los dos adversarios que se reencontrarán en el marco de la Liga 1|2|3, después de transitar por espacios competitivos diferentes, activan la parte de su cerebro que pone en marcha su memoria y sus recuerdos. En ese sentido, habría que viajar hasta la tarde-noche del sábado 25 de mayo de 2002 en una jornada subrayada en rojo por el desarrollo del Festival de Eurovisión que había concitado la atención de toda España. Rosa y su coro de triunfitos defendían el pabellón patrio en Tallin, en el corazón de Estonia, con la canción ‘’Europe`s living a celebration’. A pesar de la expectación, y del elevado índice televisivo, el fenómeno Operación Triunfo no se proyectó por la Vieja Europa.
No obstante, había enjundía en el duelo que cruzaba los destinos de la institución levantinista y el conjunto rojillo que clausuraba la competición liguera del ejercicio 2001-2002. En esa confrontación Muñiz se ajustó por última vez las botas para recorrer la distancia de ese espacio, en ocasiones repleto de mística, que aleja el vestuario del rectángulo de juego con el fin de anclarse al verde para dirigir el tráfico desde el eje de la defensa. El entrenador recordó ayer en conferencia de prensa a los pies de la Basílica esa efeméride. Ya no habría más partidos oficiales que computar en su expediente personalizado. En aquella cita compartió tareas en la retaguardia junto a Culebras, un futbolista que se comprometería con la sociedad del barrio de Orriols. Por la mente del actual entrenador granota pasaron infinidad de imágenes. Y parecía difícil abstraerse de ese torrente de emociones. Por su cabeza se dibujó la película de su vida futbolística durante noventa minutos de un alto voltaje para los intereses blaugranas.
La permanencia en la categoría de Plata focalizaba la mirada levantinista, si el partido se analizaba desde ese prisma. La inesperada derrota ante el Badajoz una semana antes en el Ciutat de València propició un escenario repleto de dificultad y de incertidumbre para los pupilos que preparaba Carlos García Cantarero. La victoria se convertía en una condición innegociable en Soria, pero no ratificaba, ni tampoco garantizaba, la estancia en la categoría de Plata. El Levante no dependía en exclusiva de sus movimientos sobre el césped. Los acontecimientos en Soria conjugaban con el diseño de un duelo que, en la provincia de Almería, cruzaba a El Ejido y al Racing de Santander. El triunfo del bloque andaluz invalidaba cualquier opción granota. Y el colectivo celeste no erró. Roa y Benjamín consignaron uno de los triunfos más repletos de tristeza en la historia del levantinismo en la despedida formal de Muñiz. Los 50 puntos firmados no validaron la permanencia, aunque los hechos producidos a lo largo del verano redimieron al club blaugrana.