
Levante-Mirandés; un partido sin tradición en el Ciutat
No hay tradición, ni costumbres, ni testimonios detrás del enfrentamiento del próximo fin de semana en el barrio de Orriols. En realidad, no hay rastro del Mirandés por los márgenes del Ciutat de Valencia si se decide recrear el tiempo más alejado con la finalidad de encontrar lazos que establezcan una relación puramente futbolística entre ambos contendientes en el marco de la competición oficial en cualquiera de sus diferentes categorías profesionales. Así que el próximo sábado, a partir de las cuatro de la tarde, emerge un nuevo encuentro liguera vinculada al universo LaLiga 1|2|3. Desde esa perspectiva, para el Mirandés el choque conlleva el sacramento del bautismo. El Ciutat de València surge como una inmensa una pila bautismal para un oponente que nunca ha fijado sus botas sobre su pasto en partido oficial. El fenómeno en sí, durante el desarrollo de la presente temporada, no es novedoso. No se trata del primer precedente. Y tampoco será el último si se incluye en el relato a UCAM Murcia.
En ese sentido, durante las primeras semanas de la actual competición ya germinó un encuentro que seguía los parámetros ahora acentuados al no contar con memoria. El Alcorcón se posicionó sobre el coliseo granota dispuesto a estrenar la condición de oponente de la sociedad levantinista, si bien existía una referencia en el marco de la Copa del Rey del ejercicio 2011-2012. Los destinos del Levante y del Mirandés se han caracterizado por la disparidad, en cuanto al hábitat y desde un prisma exclusivamente competitivo, hasta converger en el interior del ecosistema de la categoría de Plata de la temporada 2016-2017. De hecho, después de infinidad de experiencias vitales en el ámbito de la Tercera División, con episodios puntuales como equipo de Segunda División B, la escuadra castellana desembarcó en las estructuras del balompié profesional a la conclusión del ejercicio 2011-2012, un curso subrayado en rojo en la historia del levantinismo por la magnitud y la trascendencia que supuso el asalto a la Vieja Europa.
La temporada 2011-2012 significó el estreno del equipo burgalés en el marco de la actual Liga 1|2|3. En ese punto de la cronología, el Levante arrancaba su aventura europea. Lo gama de recuerdos entre el Mirandés y el Levante remonta al enfrentamiento disputado en el primer tramo de la competición en tierras castellanas en las fechas finales de octubre de 2016. Lo cierto es que el presente apenas si guarda semejanzas con aquel pasado. El Levante mantiene incólume la condición de general de la categoría de Plata. El Mirandés inició un camino vertiginoso hacia la zona más pantanosa de la clasificación. Las distancias no eran siderales y estaban cifradas en ocho puntos. El bloque que todavía ejercitaba Terrazas afilaba la guadaña para recibir al líder. Tenía quince puntos y defendía la quinta posición en la tabla. El partido nació desde la exigencia y desde la dificultad.
Era un choque para jugadores intrépidos en un feudo inescrutable para sus adversarios. Roger asumió protagonismo. El pistolero se batió con el ardor para capitalizar una victoria refulgente y reveladora de las intenciones colectivas del grupo azulgrana en el cosmos de LaLiga 1|2|3. El atacante desenfundó con fruición en sendas ocasiones para desactivar a un Mirandés, heroico en la resistencia hasta que las fuerzas sesgaron su rendimiento. Y la fe con la que batalla sobre el verde Roger prologó la acción que cerró definitivamente el enfrentamiento. El atacante dominó un balón que parecía perdido. La decisión que mostró le permitió superar a su oponente. Fue el preludio de la diana obtenida por Jason que permitió certificar el octavo triunfo del ejercicio y que mancilló el honor del Estadio Municipal de Anduva. Nadie había sido capaz de profanar los muros del coliseo del Mirandés. El líder dejó su estela en un escenario inhóspito y mostró con rotundidad sus credenciales y el excedente de argumentos que lo sostienen.