
El discurso de Mauricio Cuero es profundo y está bien secuenciado. “El sueño de todo jugador es dar el gran salto. Lo de ser el fichaje más caro lo dejo a un lado. Tomo el reto con la mayor responsabilidad y compromiso, día a día para trabajar y aportar lo mejor para el equipo. No me lo pensé en cuanto me llamo el Levante”. El atacante colombiano de la escuadra azulgrana, en su presentación oficial en la sala de prensa del feudo del barrio de Orriols, ofreció pinceladas sobre el desafío que afronta desde una perspectiva individualizada. Cuero incluyó reflexiones sobre el significado deportivo que supone cruzar el charco para instalarse en Europa en el marco de la Liga BBVA. El delantero no olvida los aspectos colectivos que entraña sumarse a la plantilla granota. Su pensamiento es incuestionable y se caracteriza por una ilusión tremenda. Cuero aterriza en Valencia dispuesto a tender una mano a su nuevo club. Sabe que las expectativas son muy acentuadas y no parece dispuesto a amedrentarse. “Vengo a hablar con goles para sacar al Levante del fondo de la tabla”.
La distancia entre Banfield, su anterior club en Argentina, y la Península Ibérica no se ha convertido en un impedimento, ni tampoco en un obstáculo, para seguir muy de cerca las evoluciones de la sociedad levantinista en el seno del campeonato de la regularidad. En ese sentido, hay un conocimiento del medio en el que se inserta. “El equipo cambió con el nuevo entrenador. Ahora juega más la pelota y es mucho más ordenado. Todo eso me viene muy bien”. El futbolista está dispuesto a mudar su piel para adecuarse a las necesidades del equipo. Él mismo presenta sus características en el campo. “Mi posición natural es la partir de la mediapunta derecha, pero me siento muy bien por la izquierda y mi entrenador me utilizó mucho de delantero”, advirtió escoltado por Manolo Salvador y Francisco Catalán resaltando una condición de polivalencia que le puede llevar a defender diferentes espacios del ataque azulgrana.
Cuero no está solo en la aventura que emprende a la orilla del Mar Mediterráneo. Esta tarde en la Ciudad Deportiva en el primer entrenamiento que ha realizado con el plantel a las órdenes de Rubi se le ha visto muy cercano a Jefferson Lerma. De hecho, en los ejercicios iniciales con balón han compartido espacio en el interior del verde. La complicidad parece mayúscula; Dos colombianos unidos por las barras azules y granas y por su militancia en las filas del Levante. Desde esa perspectiva el proceso de aclimatación cuenta con un componente extra que puede ayudar a acortar los plazos establecidos por cuestiones más que evidentes. Y Lerma está dispuesto a convertirse en su cicerone particular para ir descubriéndole el nuevo entorno que le rodea. En cierto modo, Cuero puede tomar como punto de referencia a su compatriota. La extremada juventud del mediocentro y la circunstancia de afrontar su primera experiencia lejos de su país natal, en estrecha unión, no han revertido negativamente en su aclimatación a la entidad de Orriols. Es quizás uno de los aspectos más llamativos.
Apenas cuatro meses han sido suficientes para evidenciar la facilidad con la que se ha integrado en Valencia. Y esta afirmación puede sustentarse desde dos prismas diferentes. La titularidad que adorna su expediente, tanto en la etapa de Lucas Alcaraz como con la llegada de Rubi, refleja esta tendencia. Es posiblemente el aspecto más evocador y fácil de comprobar por el impacto que genera. Por otra parte, su inclusión en el grupo resultó sencilla. No hubo traumas, ni complicaciones que superar. Es una evidencia que el gen colombiano está muy presente en el Levante de la actualidad. Desde un prisma histórico el mediocentro y el atacante siguen los pasos que Edwin Congo dibujó en la franja intermedia de la primera década del tercer milenio. El ariete llegó con la aureola de divinidad que envuelve a los futbolistas que proceden de la esfera de Real Madrid en calidad de cedido en primera instancia. El Levante defendía su escudo en Segunda División y soñaba por aquellas fechas con reeditar viejas gestas en la elite. En cuatro temporadas festejó dos ascensos y frisó los cien partidos en la categoría de Plata, Liga BBVA y Copa del Rey logrando veintidós goles.