
La imagen resultó escalofriante. Pedro López voló sobre el cielo del Ciutat para cortar un balón áereo y chocó contra la cabeza de un atacante del Mirandés. El capitán cayó desplomado sobre el verde y el coliseo de Orrios se encogió de dolor y de estremecimiento porque el defensor quedó prácticamente inmóvil sobre el pasto durante unos minutos que no parecían tener final. Pedro López acabó la noche en la Clínica Quirón internado con el fin de observar su evolución. En la mañana del domingo se sometió a un TAC, para ratificar la optimidad de su estado, antes de emprender el viaje de vuelta hacia su domicilio particular.
Hoy, al filo de las nueve y media, ha regresado a la Ciudad Deportiva de Buñol. En la agenda de los jugadores azulgranas la jornada del martes, cuatro de abril, supone el arranque de una semana que, desde un prisma deportivo, morirá con el duelo ante el Getafe, vinculado a la jornada trigesimotercera de LaLiga 1|2|3, fijado para la tarde del sábado en el Coliseum a las 18:00 horas. El defensor ha concitado la atención del resto del grupo, por cuestiones más que evidentes, en el reencuentro del colectivo azulgrana con las sesiones de trabajo. El recuerdo del impacto del golpe, y las escenas que se desarrollaron, está muy cercano todavía.
Pedro López se ha vestido de corto, como suele hacer de manera habitual, pero no ha saltado al césped del campo número uno junto al resto de sus compañeros para iniciar la planificación del partido ante la sociedad del Sur de Madrid. El área de acción del defensa se ha repartido entre la sala médica de Buñol y la zona que acoge el gimnasio privado utilizado por los integrantes de la primera plantilla. Durante una hora y media ha alternado tratamiento de fisoterapia con un suave trabajo de recuperación en el ginmasio. Sus sensaciones serán determinantes para dictaminar su inclusión al grupo.