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Primer equipo

​Regreso al pasado del Comandante Morales

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No. Robert Zemeckis no amenaza con desempolvar un guion olvidado en las profundidades del desván para añadir una nueva entrega a la saga de Regreso al Futuro con Morales como principal protagonista. No. La propuesta planteada tampoco parte de una fantasía irrealizable que cambie el formato de las horas del reloj que marca el devenir del paso del tiempo. Si. Hay un viaje en el tiempo, pero no nace desde la utopía o quizás haya que contestar afirmativamente a esta última premisa, si se decide echar la vista atrás en busca del pasado de Morales como futbolista alejado de los focos que hoy le sitúan en el epicentro de la acción en la majestuosa y brillante Primera División. El presente del Comandante, alojado en el interior del rectángulo de juego, irradia una imagen que le devuelve en dirección hacia un pasado lejano cuando trataba de descodificar los misterios que envuelven al fútbol. No se trata de realizar un juego de prestidigitación con las palabras acentuando el tiempo presente y el tiempo más remoto. El relato del partido ante el Real Betis de Morales le lleva de vuelta al pasado cuando defendía las elásticas del Fuenlabrada o del Parla en el ecosistema de la Tercera División madrileña.

Juan Luis Mora lo recuerda con claridad. El arquero del acenso a la elite con Manuel Preciado en el banquillo, desde el verano de 2010 en la secretaría técnica del club de Orriols, no tardó en detectar las virtudes de un espigado atacante que se batía contra defensores que le sacaban diez cuerpos. Todo permanece en su memoria perfectamente ordenado. Y ese recuerdo lo compartió con la masa social granota en la revista oficial LUD 1909 del pasado mes de mayo. “Me llamó la atención la vistosidad que tenía sobre el campo. Pedía el balón con insistencia, driblaba a los defensores, arrancaba con velocidad y llegaba hasta la línea de fondo para centrar”. Juan Luis Mora se sumergió en el campo del Fuenlabrada con el nombre de un defensor subrayado en rojo en su agenda, pero marchó de la instalación prendado por el ascendente de un atacante que se expresaba desde la irreverencia cuando se ajustaba el balón a sus botas.

“No era un futbolista egoísta. Eso también me llamó la atención. Entraba desde la banda izquierda o partía hacia el área desde la mediapunta. Tenía una zancada muy potente y mucha velocidad. Además, tenía un buen control de balón. Era más un asistente”, añade en el informe efectuado. Quizás haya una idea que cale partiendo del catálogo de virtudes acentuado por el ex guardameta; hay jugadores que no varían su concepción de la disciplina por más recorran los distintos afluentes del balompié profesional. Puede que sea el caso. No hay una renuncia a un credo que singulariza los pasos de Morales en el interior del pasto. Aquel delantero, acostumbrado a manifestarse desde el vértice del ataque en las filas del Fuenlabrada, mutó en un interior que hizo de la banda izquierda del filial una autopista por la que manifestarse. “Era un jugador interesante para el primer equipo”. El ojo clínico de Mora no falló. En el verano de 2013 realizó una primera incursión en el bloque que competía en la máxima categoría que se cerró con una productiva cesión al Eibar. En Ipurua explotó en el ámbito de la división de Plata para capitalizar un ascenso quimérico.

Un año más tarde regresó para quedarse con Mendilibar en el banquillo. En el Levante se ha movido con soltura por el costado izquierdo del ataque. Quizás sea su espacio natural, aunque Lucas Alcaraz retrasó su posición para anclarle en el lateral de una retaguardia integrada por cuatro defensores. No obstante, todo cambió con el advenimiento de Paco López al vestuario de Orriols. Quizás los caracteres del Comandante conjuguen con la filosofía que impregna el fútbol del técnico valenciano. Paco reclama velocidad, diligencia, verticalidad y atrevimiento a sus atacantes. Es una norma que hace reconocible a sus equipos. El técnico es un defensor de esta propuesta. Esos supuestos parecen converger con los principios que identifican a Morales. El Comandante dio dos pasos al frente, en el capítulo definitivo del curso pasado, para compartir funciones en el eje del ataque con Roger o Boateng. Su expediente anotador cotizó al alza en ese ciclo. Cinco goles entre la jornada treinta y la treinta y ocho. Ante el Real Betis mantuvo la inercia. No parece un salto al vacío. Es más bien un retorno al pasado.