Se trata de una evidencia; Roger y Jason focalizan la atención que conforma el gol en el grupo que conduce López Muñiz. Sus prestaciones resultan del todo incuestionables y alimentan el rol que comparten convertidos en los epítomes del gol. Los números que manejan ejercen un fascinante poder de atracción. Roger lidera el capítulo anotador después de consignar nueve dianas en el cómputo general de los once partidos disputados hasta la fecha en el marco de la categoría de Plata. La contribución de Jason queda cifrada en cinco tantos, una cifra sugestiva para un interior. Los dos atacantes azulgranas dejaron muestras del punzante veneno que destilan sus botas en el choque que ayer cruzó al Levante y al Mirandés en el Estadio Municipal de Anduva. Roger sumó su cuarto doblete del ejercicio liguero. Jasón allanó el octavo triunfo del ejercicio ya en los minutos finales de la cita. Los futbolistas están respondiendo a las expectativas que se habían generado. Acaparan en primera persona catorce de los veinte goles que abrillantan el expediente goleador en el ciclo liguero. Si hubiera que analizar estos dos ejemplos habría que resaltar que el éxito responde en grado superlativo a la creencia y a la persuasión transmitida por Muñiz y la secretaría técnica. Son dos casos de confianza.
En realidad las cimbras de esta historia comenzaron a fijarse durante la pretemporada. Roger y Jason regresaron al trabajo con el grupo, en los primeros días de julio, después de militar, en calidad de cedidos, durante el pasado curso, en las filas del Valladolid y del Albacete, adscritos al ecosistema de la Segunda División. La valoración y evaluación de Tito y de Carmelo fue determinante para consumar un retorno trufado con la renovación de sus relaciones contractuales con la sociedad granota. La apuesta por parte de la cúpula de la dirección técnica era evidente. Fue un punto de arranque. La evolución del verano fue modificando sus respectivos roles en el interior del colectivo que se estaba conformando. En ese sentido, la decisión de Muñiz fue audaz. Sus nombres estaban registrados en las alineaciones dispuestas por el preparador.
Quizás por esa razón no extrañó que los dos jugadores partieran en el once que inauguró la competición ante el Numancia en el Estadio de Los Pajaritos. En Soria, Jason estrenó su condición de anotador. La diana validó el primer triunfo del bloque azulgrana de la temporada. Roger había capitalizado el gol con anterioridad en los distintos bolos veraniegos de preparación. En esa fase los dos jugadores forjaron su alianza con la titularidad. Muñiz creyó con firmeza en sus prestaciones y les concedió minutos y oportunidades. Nunca hubo incertidumbre, ni tampoco dudas por parte del preparador. Tanto Jason como Roger sintieron en lo más profundo de su interior la paz espiritual del que se sabe reforzado por su superior. No se trata de un fenómeno nuevo. Y hay, a la vista de los datos manejados, una reciprocidad casi absoluta. La correspondencia es manifiesta.
Pareja de moda de la Segunda División
Los dos jugadores han respondido a la transmisión de seguridad emitida por el técnico con actitud y sobre todo con un saco de goles colgado a sus espaldas. Roger, indiscutible en los esquemas de Muñiz, comparte con Joselu, jugador del Lugo, el pichichi de la categoría de Plata tras suscribir nueve goles. Por su parte, Jason se ha colado en el top-ten de los principales goleadores de La Liga 1|2|3 tras consumar cinco tantos, pese a que su aproximación al gol generalmente se sucede desde las bandas, es decir, no es un punta nato, un aspecto que le emparenta con Lanzarote, futbolista del Zaragoza que también aparece instalado en ese firmamento. La suma de estos dos factores confirma la condición de pareja de moda de la Segunda División A de estos dos atacantes surgidos de la factoría de la Ciudad Deportiva levantinista en Buñol en términos absolutos y relativos. El poder de sus botas resulta devastador. Asumen el 70 por cien de la producción general del colectivo azulgrana en el nacimiento de la Liga, un hecho que acentúa su influencia. Y sus dígitos, de forma conjunta, no tienen parangón. Únicamente Joselu, nueve goles, y Campillo, tres goles, jugadores del Lugo, se acercan a sus registros compartidos.