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Primer equipo

​Una victoria allí donde solo Sevilla, Barcelona y Real Madrid habían ganado

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La condición de inexpugnable que mantenía el Coliseum Alfonso Pérez, en la previa a la lucha de pareceres entre el Levante y el Getafe, parecía plenamente argumentada. Esa aureola, que incidía en la solidez y la firmeza de la instalación, estaba justificada en virtud de los distintos hechos acaecidos sobre el interior del verde en el marco de la competición liguera. Si un aspecto trascendía era la productividad conseguida por las huestes azulonas en ese espacio físico. Las semanas se sucedían, los partidos en calidad de local del grupo de Bordalás se acumulaban y el feudo de la escuadra madrileña iba adquiriendo consistencia y espesor. Era la imagen de la resistencia más absoluta. Nadie era capaz de ultrajar su honor. Las señales se amontonaban desde que el Real Madrid lograra mancillar sus muros en la jornada octava de LaLiga Santander (1-2). Fue en los días finales de octubre de 2017. Y fue la última vez que algún adversario magulló ese escenario hasta la aparición del equipo de Paco López. El duelo ante el vigente campeón de la Liga Europea estableció una frontera entre el pasado y el futuro. Sus números así lo reflejan.

El Getafe adquirió fortaleza y prestancia como casero después de pinchar ante el Sevilla y F.C. Barcelona, además de la cita señalada ante el Real Madrid. Todas las derrotas cosumadas, en su entorno más próximo, remontan al nacimiento de la competición liguera. El Levante confinó el miedo en el Coliseum con el propósito de conquistar una victoria redentora en términos anímicos, pero también morales. De paso, clausuró una racha que se perpetuaba en el tiempo. El Getafe extravió su mirada ante el bloque levantinista como consecuencia de la importante diana conseguida por Coke. No lo había hecho en los últimos diez partidos disputados en el terreno de juego sobre el que afronta sus confrontaciones como propietario en Primera División. Real Sociedad, Alavés, Valencia, Las Palmas, Malága, Celta de Vigo o Deportivo de La Coruña chocaron de bruces ante la condición aguerrida del Getafe. Era un territorio inhóspito.

En ese ciclo, los pupilos de Bordalás anotaron dieciséis goles. Hubo triunfos inapelables como los alcanzados ante el Alavés (4-1), Celta de Vigo (3-0) o Deportivo de La Coruña (3-0). La racha era impoluta y acentuaba los caracteres de un colectivo combativo y avezado cuando ocupa cada demarcación del verde. El peligro era evidente. Por el Coliseun Alfonso Pérez desfilaron instituciones de muy distinta consideración y rol en la clasificación general con un final idéntico que resaltaba el sentido de la derrota. Del entramado azulón sobresalían los nombres de Molina y Ángel. Eran los emblemas del gol. Sevilla, Barcelona, Real Madrid y Levante comparten una condición que unifica unos caminos que, obviamente, se distancian; solo los únicos clubes del campeonato de la regularidad con capacidad para rendir al Getafe como local.

No es una cuestión menor por el significado. Al valor emocional del triunfo, desde un prisma exclusivamente granota, fundamental para cerrar una herida que supuraba, habría que incidir en este rasgo que dimensiona la consecución de los tres puntos por la enorme dificultad que entrañaba, a priori, desenmascar al bloque del Sur de Madrid. Quizás esta circunstancia, principalmente por el grado de complejidad, reafirme el espíritu de un colectivo ávido de emociones y de noticias positivas. La victoria alivió las tensiones de un equipo compungido por los postreros marcadores, pero de espíritu insubordinado. Su alma estaba herida, pero su conciencia le incitaba a la rebelión Lo demostró el colectivo en tierras madrileñas ante un oponente que parecía un gigante. El compromiso del grupo fue incuestionable. Lo puntualizó ayer Cabaco. “El Getafe es un equipo muy luchador. En su campo es un equipo muy difícil de batir. Sacamos adelante un partido muy complicado. Fue una victoria merecida”.