
Hubo de todo en el Ciutat en el derbi matutino que reunió a los principales representantes del fútbol de la capital del Turia. Hubo hasta reparto de puntos tras un intercambio de puntos durante noventa minutos extenuantes. El esfuerzo fue tan tremendo como agotador, tanto en el interior del pasto, con los futbolistas como protagonistas, como en la grada, con...
El gol que Morales nunca olvidará
El fútbol puede ser así de cambiable. Y en ocasiones la frontera entre la desolación y la esperanza es muy angosta. El Levante volvió al centro del campo para volver a iniciar el juego. El gol parecía una pesada losa. Morales reclamó de inmediato el cuero para acaparar protagonismo. Quizás su plan estuviera claramente pautado en el interior de su cabeza. O quizás simplemente se lanzara a aventurarse en lo que parecía una quimera. “Me pasó el balón Iván. Lo único que vi es que había mucho espacio por delante y no me lo pensé ni un momento”, aclara echando la vista hacia atrás para rememorar la consecución de un tanto “que nunca olvidaré”. A golpe de cintura, el atacante madrileño fue licuando a cada uno de los defensores que trataban de neutralizar su acercamiento a los dominios de Alves. La carrera fue prodigiosa con el cuero imantado a sus pies. Potencia y sagacidad. En ese instante, nadie podía ni prever, ni tampoco inmovilizar sus botas. No había diques que pudieran contener su furia. Era indetectable.
Morales progresó en dirección hacia el objetivo que se había marcado y el espíritu de los irreductibles de Orriols fue brotando de nuevo para proyectarse. En realidad todo fue muy rápido. La ejecución rozó la excelencia. Morales llegó al balcón del área corrió unos metros en paralelo a ese espacio y soltó un tremendo latigazo que limpió la escuadra de la portería valencianista. La explosión de júbilo fue inmediata. La historia de aquel derbi se resolvió con una diana fulminante de Morales que posiblemente traspase la barrera del tiempo para formar parte del relato más personal e intransferible de estos choques. “Soñar es gratis”, advierte dibujando una maléfica sonrisa cuando se le cuestiona si imagina una situación similar el próximo fin de semana en el Ciutat. Su razonamiento es claro; destierra la gloria personal por la consecución de los puntos que conducen a la victoria. Si algo prevalece es un pensamiento colectivo que acentúa. “Necesitamos ganar”. No obstante establece un paralelismo con el pasado. “Si marco lo único que me gustaría es que sirviera para vencer como sucedió el año pasado”.