
“La respuesta del equipo al gol ha sido pasar por encima del Alavés”, advirtió Paco López en su análisis de la confrontación que ha cruzado al Levante y al Alavés en el interior del Ciutat de València. La reflexión no era anecdótica. El grupo granota tuvo que desterrar sus miedos después de la diana conseguida por el conjunto vasco en...
Regreso al pasado del Comandante Morales
Juan Luis Mora lo recuerda con claridad. El arquero del acenso a la elite con Manuel Preciado en el banquillo, desde el verano de 2010 en la secretaría técnica del club de Orriols, no tardó en detectar las virtudes de un espigado atacante que se batía contra defensores que le sacaban diez cuerpos. Todo permanece en su memoria perfectamente ordenado. Y ese recuerdo lo compartió con la masa social granota en la revista oficial LUD 1909 del pasado mes de mayo. “Me llamó la atención la vistosidad que tenía sobre el campo. Pedía el balón con insistencia, driblaba a los defensores, arrancaba con velocidad y llegaba hasta la línea de fondo para centrar”. Juan Luis Mora se sumergió en el campo del Fuenlabrada con el nombre de un defensor subrayado en rojo en su agenda, pero marchó de la instalación prendado por el ascendente de un atacante que se expresaba desde la irreverencia cuando se ajustaba el balón a sus botas.
“No era un futbolista egoísta. Eso también me llamó la atención. Entraba desde la banda izquierda o partía hacia el área desde la mediapunta. Tenía una zancada muy potente y mucha velocidad. Además, tenía un buen control de balón. Era más un asistente”, añade en el informe efectuado. Quizás haya una idea que cale partiendo del catálogo de virtudes acentuado por el ex guardameta; hay jugadores que no varían su concepción de la disciplina por más recorran los distintos afluentes del balompié profesional. Puede que sea el caso. No hay una renuncia a un credo que singulariza los pasos de Morales en el interior del pasto. Aquel delantero, acostumbrado a manifestarse desde el vértice del ataque en las filas del Fuenlabrada, mutó en un interior que hizo de la banda izquierda del filial una autopista por la que manifestarse. “Era un jugador interesante para el primer equipo”. El ojo clínico de Mora no falló. En el verano de 2013 realizó una primera incursión en el bloque que competía en la máxima categoría que se cerró con una productiva cesión al Eibar. En Ipurua explotó en el ámbito de la división de Plata para capitalizar un ascenso quimérico.
Un año más tarde regresó para quedarse con Mendilibar en el banquillo. En el Levante se ha movido con soltura por el costado izquierdo del ataque. Quizás sea su espacio natural, aunque Lucas Alcaraz retrasó su posición para anclarle en el lateral de una retaguardia integrada por cuatro defensores. No obstante, todo cambió con el advenimiento de Paco López al vestuario de Orriols. Quizás los caracteres del Comandante conjuguen con la filosofía que impregna el fútbol del técnico valenciano. Paco reclama velocidad, diligencia, verticalidad y atrevimiento a sus atacantes. Es una norma que hace reconocible a sus equipos. El técnico es un defensor de esta propuesta. Esos supuestos parecen converger con los principios que identifican a Morales. El Comandante dio dos pasos al frente, en el capítulo definitivo del curso pasado, para compartir funciones en el eje del ataque con Roger o Boateng. Su expediente anotador cotizó al alza en ese ciclo. Cinco goles entre la jornada treinta y la treinta y ocho. Ante el Real Betis mantuvo la inercia. No parece un salto al vacío. Es más bien un retorno al pasado.