
“La respuesta del equipo al gol ha sido pasar por encima del Alavés”, advirtió Paco López en su análisis de la confrontación que ha cruzado al Levante y al Alavés en el interior del Ciutat de València. La reflexión no era anecdótica. El grupo granota tuvo que desterrar sus miedos después de la diana conseguida por el conjunto vasco en...
Róber Pier; cuando la razón y el corazón conjugan
Quizás era el momento de echar la vista atrás para desandar los pasos que había emprendido hace no demasiado tiempo. Si Róber Pier mira por el espejo retrovisor, en un ejercicio por escrutar el pasado más cercano, rememorará y recordará su estancia en las filas del Levante. En ese sentido, persiste la imagen casi celestial de la temporada 2016-2017. El sol nunca declinó en un curso extraordinario en su nacimiento, desarrollo y finalización. Y la huella de aquel recorrido parece instalada en el interior de su cuerpo para permanecer. Quizás únicamente desde esa perspectiva pueda entenderse el viaje de regreso hacia la sociedad azulgrana para volver a sentir en primera persona, y de manera totalmente individual e intransferible, las emociones inherentes a la defensa de las barras azulgranas en el ámbito de la Primera División que nuevamente forman parte de su esencia. En ocasiones, desandar los pasos emprendidos en busca de una nueva proyección; es decir, retroceder no significa dar dos zancadas hacia atrás. Ni tampoco conjugar con esa sensación de desasosiego que colinda con el fracaso.
El sentido es antagónico. Puede que sea el caso. Desde ese prisma, Róber Pier regresa a un espacio que conoce y en el que posiblemente haya desentrañado parte de los misterios que marcan el devenir del fútbol profesional. La aventura que emprendió el curso anterior, cuando decidió poner rumbo en dirección hacia la institución del barrio de Orriols, podía encandilar, pero también podía estremecer por la condición que adornaba a un recién descendido al umbral de la categoría de Plata que trataba de retarse a sí mismo para regresar al firmamento perdido con la mayor velocidad posible. Era un proyecto desafiante por su complejidad. En su currículum no había excesivas muescas, pero sus alforjas estaban repletas de ilusión. Había ganas de quemar etapas. Y de alcanzar la luminosidad para adquirir consistencia y espesor y traspasar las sombras. Había ganas de sentirse futbolista en la expresión más literal del término.
El zaguero aterrizó en el entorno granota sin hacer demasiado estruendo, pero las detonaciones estaban escondidas entre los tacos de sus botas y la explosión llegó cuando tuvo la ocasión de anclarse al césped y de expresar los conocimientos que había amasado con anterioridad tras proyectarse por los distintos equipos que conforman la cantera del Deportivo de La Coruña. Quizás lo que más sorprendió en un primer instante fue su pasmosa serenidad para afrontar citas que rezumaban trascendencia y calado. Su condición de neófito quedó en entredicho ante la seguridad de los movimientos emprendidos. Sucedió en Elche, con Postigo alejado de la convocatoria por unas molestias físicas, y aconteció a posteriori con Chema. Nada pareció traicionarle. Su corazón no se agitó y si lo hizo supo dominarlo. Sus actuaciones destilaron convencimiento y certezas. El zaguero desterró las dudas para lanzar un mensaje que se caracterizó por las evidencias.
Durante muchas semanas no abandonó el eje de la zaga levantinista, formando asociación con Postigo, y cuando lo hizo comenzó a mostrar una tendencia hacia la diversidad que le llevó hasta acotar otros puntos de la geografía del verde. Quizás había dejado pequeñas muestras de esa condición poliédrica resguardando los costados de la defensa en función del diseño del guion, pero el salto fue mayúsculo cuando accedió a situarse en la línea de medios. Muñiz potenció la versatilidad de un defensor que se mueve con soltura por la sala de máquinas. Su buen dominio del esférico y su naturaleza táctica invitan a emprender esa marcha hacia otros confines que se distancian de su hábitat natural. Llegó de puntillas, pero los números advierten de su importancia en los esquemas del preparador asturiano. Su presencia fue ganando gravedad conforme se sucedían las semanas de la competición. Fueron 25 partidos que trufó con un gol y con la percepción de que era uno de los nuestros. Un año después de formalizar su vinculación con el Levante renueva sus lazos de reciprocidad con la sociedad tras retornar al Deportivo, su club de origen. No ha desandado el camino, ha vuelto allá donde le guía la razón y el corazón.