
“La respuesta del equipo al gol ha sido pasar por encima del Alavés”, advirtió Paco López en su análisis de la confrontación que ha cruzado al Levante y al Alavés en el interior del Ciutat de València. La reflexión no era anecdótica. El grupo granota tuvo que desterrar sus miedos después de la diana conseguida por el conjunto vasco en...
Una victoria allí donde solo Sevilla, Barcelona y Real Madrid habían ganado
El Getafe adquirió fortaleza y prestancia como casero después de pinchar ante el Sevilla y F.C. Barcelona, además de la cita señalada ante el Real Madrid. Todas las derrotas cosumadas, en su entorno más próximo, remontan al nacimiento de la competición liguera. El Levante confinó el miedo en el Coliseum con el propósito de conquistar una victoria redentora en términos anímicos, pero también morales. De paso, clausuró una racha que se perpetuaba en el tiempo. El Getafe extravió su mirada ante el bloque levantinista como consecuencia de la importante diana conseguida por Coke. No lo había hecho en los últimos diez partidos disputados en el terreno de juego sobre el que afronta sus confrontaciones como propietario en Primera División. Real Sociedad, Alavés, Valencia, Las Palmas, Malága, Celta de Vigo o Deportivo de La Coruña chocaron de bruces ante la condición aguerrida del Getafe. Era un territorio inhóspito.
En ese ciclo, los pupilos de Bordalás anotaron dieciséis goles. Hubo triunfos inapelables como los alcanzados ante el Alavés (4-1), Celta de Vigo (3-0) o Deportivo de La Coruña (3-0). La racha era impoluta y acentuaba los caracteres de un colectivo combativo y avezado cuando ocupa cada demarcación del verde. El peligro era evidente. Por el Coliseun Alfonso Pérez desfilaron instituciones de muy distinta consideración y rol en la clasificación general con un final idéntico que resaltaba el sentido de la derrota. Del entramado azulón sobresalían los nombres de Molina y Ángel. Eran los emblemas del gol. Sevilla, Barcelona, Real Madrid y Levante comparten una condición que unifica unos caminos que, obviamente, se distancian; solo los únicos clubes del campeonato de la regularidad con capacidad para rendir al Getafe como local.
No es una cuestión menor por el significado. Al valor emocional del triunfo, desde un prisma exclusivamente granota, fundamental para cerrar una herida que supuraba, habría que incidir en este rasgo que dimensiona la consecución de los tres puntos por la enorme dificultad que entrañaba, a priori, desenmascar al bloque del Sur de Madrid. Quizás esta circunstancia, principalmente por el grado de complejidad, reafirme el espíritu de un colectivo ávido de emociones y de noticias positivas. La victoria alivió las tensiones de un equipo compungido por los postreros marcadores, pero de espíritu insubordinado. Su alma estaba herida, pero su conciencia le incitaba a la rebelión Lo demostró el colectivo en tierras madrileñas ante un oponente que parecía un gigante. El compromiso del grupo fue incuestionable. Lo puntualizó ayer Cabaco. “El Getafe es un equipo muy luchador. En su campo es un equipo muy difícil de batir. Sacamos adelante un partido muy complicado. Fue una victoria merecida”.