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Calero entra en el Olimpo de los entrenadores del Levante UD

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Patrimonio Histórico

El técnico madrileño se convierte en el sexto entrenador que conduce al Levante UD al ascenso a Primera División, recogiendo el testigo de Quique, Preciado, Mané, Luis García y Muñiz. 

El Levante UD ya vislumbra la Primera División. La sociedad granota certificó el ascenso en una temporada marcada por la determinación, la unidad y el liderazgo de Julián Calero. Con la resolución de esta gesta, el técnico madrileño se suma a una nómina mítica de entrenadores que han dejado huella en la historia del equipo de Orriols: Quique, Preciado, Mané, Luis García y Muñiz. Calero ya tiene su sitio reservado en el Olimpo granota. 

Se trata del sexto ascenso a la máxima categoría en la historia del Levante, y cada uno ha escrito su propia narración. Desde 1963 hasta hoy, la travesía hacia la élite siempre ha ungido como protagonistas a entrenadores capaces de interpretar el momento, de unir al vestuario y de entender la idiosincrasia del club. 

La dupla Quique-Balaguer, conductores del primer ascenso de la historia

Quique fue el conductor del levante del ascenso del 63 junto a Balaguer (secretario tecnico). La dupla Quique-Balaguer fue eterna.. La intrahistoria de aquel equipo tiene tintes casi cinematográficos. La singularidad es que Quique asumió el banquillo del Levante en el ecuador de la temporada tras la controvertida marcha de Lelé. El entrenador gallego abandonó en enero del 63 Valencia para comprometerse con el Deportivo de La Coruña. Mutaba la categoría de Plata por la elite. Curiosamente el Levante y Deportivo de La Coruña fueron rivales en la promoción de ascenso a Primera División en la primavera del 63.

El duelo adquirió un nuevo sentido con la batalla de banquillos entre Lelé y Quique. Era algo así como un enfrentamiento entre pasado y presente con la máxima categoría brillando sobre el horizonte. Fue una eliminatoria de alto voltaje. Posiblemente la batalla comenzó mucho antes. Los contendientes midieron sus fuerzas en la ronda de dieciseisavos de la Copa del Generalísimo. El Levante conquistó la eliminatoria en Madrid en el partido de desempate. Quiso el caprichoso destino que Lelé regresara a la que fue su casa entre 1960 y enero de 1963. Aquella promoción se resolvió con el legendario ascenso del Levante a Primera de junio del 63.

Preciado, líder espiritual del regreso a la elite

Cuarenta años más tarde Manuel Preciado retomó el testigo de Quique con el regreso del Levante a Primera del ejercicio 2003-2004. Aquel Levante de Preciado fue un ejemplo de precisión y regularidad durante la totalidad del desarrollo del ejercicio. En 41 jornadas de las 42 que componen el calendario en la categoría de Plata el Levante de Preciado estuvo anclado a los puestos de ascenso. Habría que acentuar la capacidad mental de aquel grupo que acaudillaba un técnico que caminaba por la vida con las cartas alzadas.

El momento de mayor tensión para Preciado coincidió con la derrota en Eibar 2-0. Fue en la semana vigésimo séptima del relato liguero. La sombra de la destitución sobrevoló por Orriols, aunque el bloque se rearmó y Preciado resistió. La palabra resistencia conjugaba con el ADN del preparador cántabro. Su vida fue una constante evasión hacia adelante. El equipo granota explotó en las jornadas finales de la competición para consumar el ascenso en Jerez a falta de tres jornadas. El Levante coronó el campeonato regular con la corona de campeón de la Segunda División. Preciado fue el líder espiritual de aquel inolvidable ascenso.

Mané, pragmatismo en estado puro

Mané estuvo presente en el banquillo del Camp d'Esports de Lleida en el tercer ascenso de la historia del Levante. Mané relevó a Oltra en la décima jornada de la Liga. El técnico vasco conocía los entresijos de la entidad blaugrana tras su estancia como preparador en el curso 1996-1997. Nada podía sorprenderle. Se estrenó con un triunfo revitalizador frente al CD Castellón en el Ciutat 3-2. Quizás fuera un paradigma de lo que iba a acontecer. No fue el Levante más estético de la historia, pero sí que fue una apuesta por el pragmatismo más absoluto para alcanzar un ascenso perseguido por la calidad de la plantilla reunida y por el imponente presupuesto económico.

El Levante de Mané logró el reto en la última jornada tras vencer al Lleida. Riga protagonizó la victoria con una diana redentora tras resolver una acción embarullada en el área local. Mané apostó con firmeza por la solidez y la experiencia para construir un ascenso desde el oficio y la experiencia.

Luis García, un equipo de autor

Luis García permutó el banquillo del Benidorm por el banquillo del Levante en el convulso verano de 2008. Tuvo que realizar un ejercicio de fe en un momento de caos y confusión elevado a la enésima potencia. En el verano de 2008 incluso estuvo en entredicho su futuro más cercano como entrenador granota. En junio de 2010 tocó el cielo en el feudo del Ciutat. Quizás contra todo pronóstico el Levante agitaba la disciplina del balompié para adueñarse del ascenso del centenario. El paso de Luis García no fue testimonial. Construyó un equipo de autor en uno de los instantes más complejos de la historia del Levante. Con la entidad en ley concursal ensambló las piezas para alcanzar uno de los ascensos más heroicos que se recuerdan por el firmamento de Orriols.

Aquel Levante no partía en la pole position de los opositores a la Primera División cuando nacía el curso 2009-2010. Luis García configuró un grupo de ascendencia gremial. Aquel vestuario curtido en mil peleas futbolísticas destiló complicidad en grado superlativo. Fue un paradigma de cooperativismo y de sentido de pertenencia. También realizó un ejercicio de responsabilidad para entender la coyuntura por la que atravesaba el club desde un prisma económico. Aquel ascenso podía establecer una frontera entre el pasado y el futuro. El Levante fue capaz de rehacerse durante la segunda vuelta. Hubo victorias efervescentes en Cádiz o Girona. No obstante, el gozne sobre el giro el ascenso vino marcado por el tremendo triunfo en Cartagena 3-5. El tránsito llegó tras superar al Castellón en la jornada cuadragésimo primera del curso.

Muñiz, regreso a la velocidad de la luz

El Levante viajó a la velocidad de la luz en el curso 2016-2017. López Muñiz fue el entrenador del regreso por la vía rápida en dirección a la elite. Solo los elegidos para la gloria pueden rubricar el éxito más absoluto cuando todavía restaban seis jornadas para la finalización del curso. Fue el caso. Y apenas hay precedentes en el marco de la Segunda División. El hecho es sintomático de la aceleración que experimentó aquel grupo desde la epifanía del curso. El Levante de Muñiz impuso una dictadura monocromática en la competición desde el mismo nacimiento de la Liga. Nadie tuvo argumentos para contrarrestar su poderío y su capacidad para engullir rivales sobre el verde. Las distancias en la clasificación fueron creciendo exponencialmente desde la apertura de la competición. El partido ante el Oviedo en el Ciutat de la jornada trigésimo sexta estableció la transformación del grupo en equipo de Primera División.

Calero: liderazgo emocional y decisiones de peso (2025)

Calero no solo ha demostrado conocimiento táctico, sino también una gran capacidad de liderazgo emocional. El Levante de Calero ha sabido superar momentos duros sobre el verde, crecer como grupo y llegar al tramo final del curso con convicción y creencia en sus posibilidades.

Quizás uno de los puntos cardinales del curso fue su gestión tras la DANA que golpeó a la ciudad y afectó emocionalmente al vestuario. En lugar de exigir, supo acompañar. En lugar de tensar, supo unir. El equipo necesitaba algo más que fútbol para proyectarse en tiempos de incertidumbre y de dolor. Calero lo entendió. Su mensaje fue en esa dirección. Fue un líder sereno, cercano y consciente de la dificultad del contexto.

También supo gestionar la marcha de Andrés García al Aston Villa en el mercado invernal, una pérdida importante tanto en lo futbolístico como en lo anímico. El técnico protegió al grupo, mantuvo la ambición y evitó que la baja de una pieza clave desestabilizara al colectivo.

De Calero habría que acentuar la fluidez de su discurso, la claridad de ideas y la toma de decisiones en los períodos críticos del campeonato. Su discurso siempre tendió a unir a los distintos estamentos que componen el mundo azulgrana. Mostró argumentos para intervenir cuando era necesario. Percibió cuando tocaba dar confianza y reforzar la mentalidad ganadora de su plantilla. Podría advertirse que ejerció un liderazgo sin estridencias, pero profundamente eficaz.

Calero entra en la historia granota brillando con luz propia. Forma parte de ese selecto grupo de entrenadores que condujeron al Levante en dirección hacia la Primera División. El preparador recoge el testigo de los más grandes para inscribir su nombre en el relato eterno del Levante UD.